CANNABIS
Porro, maría, marihuana, cañita, hachís, canuto, costo, chusta, ful, ganja, grifa...%
La demanda de terapias de deshabituación al cannabis en la sanidad pública catalana ha aumentado un 78 % en 5 años.
Definición
El cannabis (cáñamo, marihuana, maría, hierba…) es una planta originaria del Asia Central (Cannabis sativa) y extendida por todos los continentes. De su cultivo se extrae resina, hojas y flores, con diferentes porcentajes de componentes activos (del 0,5 al 60 %) según la variedad de planta y la presentación del producto.
La principal sustancia (de entre más de 100 identificadas) psicoactiva es el conocido THC (delta-9-tetrahidrocannabinol). También contiene otros cannabinoides importantes como el CBD y el CBN. Estas sustancias, al ser ingeridas, llegan al cerebro con gran rapidez (efectos casi inmediatos), al tratarse de una droga que normalmente se fuma, aunque no siempre es así. El hecho de ser absorbida por los pulmones provoca que rápidamente entre en la sangre y, por lo tanto, en el cerebro.
El cannabis es un psicotrópico clasificado en el grupo de los (mal) llamados alucinógenos, a pesar de que realmente se podría clasificar como depresor o narcótico, estimulante, psicodélico o psicodisléptico, puesto que sus efectos pueden variar en función de los porcentajes de THC, CBD y CBN que contenga.
Apariencia
El cannabis suele presentarse como marihuana o hierba, en referencia a las flores de la planta hembra: los cogollos o sumidades florales y el hachís, la resina extraída de la planta y que suele tener un color marrón oscuro y por este motivo también recibe el nombre de chocolate. También se puede encontrar aceite de hachís, que consiste en una extracción (con hielo, alcohol, gas…) más pura de la resina de la planta y que puede alcanzar porcentajes altísimos de THC (entre el 60 y el 85 %).
También se pueden utilizar pipas de agua, bongs, vaporizadores y otros tipos de parafernalia preparada para el consumo de cannabis.
Otra forma de consumir es por vía oral, comido (tarta, galletas, ensaladas…) o bebido (licor, infusión…), a pesar de que hay que tener en cuenta que por vía oral sus efectos tardan más en manifestarse (más de 30 minutos, puesto que se absorbe por vía digestiva) y son mucho más imprevisibles, potentes y duraderos. Este tipo de consumo dificulta mucho la dosificación y, por lo tanto, es más fácil que aparezcan efectos no deseados.
En cuanto a la dosis, dependerá siempre de cada persona, de su tolerancia (que la persona esté o no acostumbrada a la sustancia), de su estado físico y psíquico, así como de las características de la propia sustancia. Hay que remarcar que actualmente el cannabis de autocultivo puede presentar altos contenidos de THC y, por lo tanto, en estos casos las dosis deberían ser más pequeñas.
Es recomendable que aquellas personas que no consumen habitualmente o que no han consumido antes, si deciden consumir, lo hagan en pequeñas cantidades (2-3 caladas poco intensas) y esperen a que el efecto se manifieste antes de consumir más.
Entre sus efectos más físicos destaca un aumento del hambre, sequedad en la boca, dilatación de los bronquios, taquicardia, leve somnolencia y ojos rojos y apagados. También provoca dificultades para pensar con claridad y para realizar operaciones mentales, así como déficit de atención, dificultad de concentración, cansancio y confusión. Estos últimos es importante tenerlos en cuenta si debemos llevar a cabo tareas que requieran cierta atención y concentración, como estudiar o trabajar.
Otros efectos secundarios que pueden aparecer son: vivencias terroríficas o de pánico, nerviosismo, desconfianza, angustia y problemas respiratorios.
El consumo habitual de cannabis conduce a un aumento de la tolerancia al THC y, por consiguiente, cada vez se necesitará más cantidad para lograr los mismos efectos. Por lo tanto, también aumentan los riesgos.
Los principales riesgos derivados del consumo de cannabis se concentran sobre todo en aquellas personas adolescentes y jóvenes. En esta etapa vital, el cerebro se encuentra en pleno proceso madurativo y, por lo tanto, la influencia de cualquier sustancia externa, como el cannabis, puede dificultar esta maduración y afectar a áreas cognitivas como la memoria, la atención y la concentración. En personas adultas, este riesgo disminuye, aunque esto no evita que puedan aparecer. De hecho, el consumo continuado y habitual de cannabis puede producir una ralentización de las funciones cognitivas.
Por otro lado, con un consumo habitual puede haber una afectación en el estado de ánimo, alteración del sueño, paranoias, estados de angustia, etc., aunque no son muy habituales. También hay que tener en cuenta que, en muchas ocasiones, el consumo de cannabis se hace mezclado con tabaco y, por lo tanto, se asumen los riesgos que tiene esta sustancia (infección de pecho, cáncer de pulmón, laringe o garganta, enfermedades cardíacas, etc.).
Se recomienda tener cuidado si se mezcla con otras sustancias psicoactivas (alcohol, MDMA, cocaína), puesto que sus efectos son menos controlables y más imprevisibles. Sobre todo con el alcohol, ya que si se mezcla con el cannabis los efectos depresores se multiplican y es más fácil sufrir una lipotimia.
En personas con predisposición genética a psicosis o esquizofrenia, puede desencadenar el desarrollo de esta enfermedad.
Cuando se mezcla el cannabis con alcohol, estos episodios pueden ser más frecuentes y aumenta también la probabilidad de sufrir una lipotimia o vómitos.
Cuando se dé el caso de una intoxicación con problemas de tipo psicológico como ataques de pánico o de angustia, es necesario sacar hay a la persona del contexto donde se encuentra. Hay que buscar un lugar tranquilo y acompañarla desde una actitud de calma y serenidad (con frases tranquilizadoras recordándole que pronto se le pasarán los efectos). Lo más frecuente es que, a medida que baje el efecto de la sustancia, la persona vuelva a la normalidad.
A pesar de que no existe una dependencia física ni tiene mucho riesgo de sobredosis, el consumo habitual de cannabis puede llegar a generar una habituación psicológica (adicción) que puede hacer que a algunas personas les resulte muy difícil abandonar el consumo. Una buena forma de evitar estas situaciones es consumir solamente en ocasiones especiales y no hacer un consumo frecuente, habitual o diario.
El autocultivo de cannabis (para uso propio) no es delito, pero puede constituir una falta administrativa. No existe un número mínimo ni máximo de plantas que se puedan cultivar. Si la Policía las localiza, podrás ser sancionado económicamente.
MITOS
EXCUSAS
BENEFICIOS DE NO CONSUMIR CANNABIS
Conoce todos los beneficios que tendrás si no consumes cannabis.
Evitarás el fracaso escolar.
Evitarás un rápido desgaste físico.
Seguirás siendo un «agente socializador».
EXPERIENCIAS
RECURSOS

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