PREVENCIÓN FAMILIAR

Las bases de la prevención en casa

Per on comencem? 

 

 

 

Actualmente, los más jóvenes se pueden encontrar con graves obstáculos para acceder a un trabajo que les proporcione estabilidad económica y emocional. Es más, encontrar un nuevo hogar para poder emanciparse, que sea digno y asequible, es una tarea casi heroica. La dificultad para asumir nuevas responsabilidades y ganar autonomía —que son elementos clave en su maduración— puede causar grandes malestares emocionales.

EL NIDO FAMILIAR EN TIEMPOS DE INCERTIDUMBRE

 

EL NIDO FAMILIAR EN TIEMPOS DE INCERTIDUMBRE

 

 

 

 

Ante este contexto, se hace necesario reivindicar el papel protector y preventivo de la familia, ya que, aunque no es la única, se convierte en una institución social sólida, fiable y segura. Es el agente socializador por excelencia. La familia —independientemente de su modelo— es el espacio humano de contención, donde madres y padres pueden ofrecer atención, ayuda y apoyo. Es el refugio desde donde se educa, se transmite cultura y valores, se da afecto y también se escucha. Se enseña y se aprende a amar y a amarse. Cada familia, todas y todos, educamos con las herramientas, las estrategias y los recursos que tenemos. Algunas cosas las hacemos bien, y otras, no tanto. Sin embargo, siempre hay un denominador común: lo hacemos tan bien como podemos.

 

 

 

CON UNA BUENA COMUNICACIÓN

 

 

 

 

Para establecer una buena comunicación con nuestros hijos y nuestras hijas, chay que favorecer y crear espacios armónicos de conversación relajada,, libres de tensiones, enfados y castigos.

 

La adolescencia necesita ser escuchada pero no juzgada.
  • × La adolescencia necesita ser escuchada pero no juzgada. Aprenden con la reflexión y extrayendo conclusiones de sus experiencias. Para ello, necesitan alguien que los escuche sin interrumpir y que los acompañe en la reflexión, con una actitud abierta, receptiva y libre de juicios. Hay que animarlos a expresar lo que sienten y lo que opinan. Sin forzar, pero invitándolos a compartir.
Expresar aquello que consideramos importante y como nos sentimos.
  • × También es importante que haya un espacio para que, como madres y padres, podamos expresar lo que consideramos importante y cómo nos sentimos. Siempre es mejor poder expresar nuestros sentimientos antes de explotar y acabar gritando. Los gritos no dan nunca la razón, ni favorecen que nos escuchen mejor. Si estamos muy alterados o nerviosos, no tengamos ninguna duda, es mejor esperar a otro momento.

EDUCANDO LAS EMOCIONES

 

 

 

Algunos estados emocionales (miedo, rabia, tristeza, culpa, desconfianza…) pueden ser muy disruptivos y poco útiles. Su presencia puede dificultar los aprendizajes, la comunicación asertiva y las relaciones saludables, y puede contribuir a una baja autoestima.

 

 

 

 

Los cinco pasos necesarios para disfrutar de una buena educación emocional son los siguientes:

 

Reconocer las propias emociones
  • × Se trata de que identifiquen qué sienten y sepan expresarlo: «¿Cómo te sientes en este momento?», «¿dónde lo sientes en tu cuerpo?». A menudo, las emociones no son claras o aparecen varios sentimientos mezclados. Suele ser el proceso más difícil, pero es lo más importante.
Gestionar las emociones
  • × Cuando ya hemos identificado la emoción o el sentimiento predominante, ya podemos pensar en cómo gestionarlo. Es muy útil si se verbaliza lo que se siente. Se toma conciencia de lo que ocurre en nuestro interior. Y, para ello, es mejor utilizar lenguaje emocional (triste, decaído, animado, contento, enfadado, etc.).
No dejarse atrapar por las emociones negativas
  • × Es esencial saber automotivarse ante las situaciones difíciles, así como apartar las emociones negativas que puedan aparecer. La negatividad es un pozo sin fondo. Se puede utilizar el acto de pensar en algo que no tenga que ver con la situación que nos tiene atrapados en la negatividad. La reflexión permite dirigir la atención fuera de este momento y tomar distancia de la emoción que nos está afectando. Hay que cultivar una actitud proactiva para salir de estos estados negativos cuando se hacen presentes en nuestra vida. La libertad suprema es elegir cómo queremos reaccionar y actuar.
Reconocer las emociones de los demás
  • × Tan importante es saber cómo nos sentimos nosotros como saber cómo se siente la otra persona. La empatía nos permite relacionarnos de manera asertiva. Y, por lo tanto, es necesario enseñar a nuestros hijos e hijas a ser empáticos.
Saber gestionar las relaciones
  • × También hay que aprender a no hacerse cargo de las emociones que sienten las demás personas. Una cosa es poder sentirlo y otra es asumir su estado de ánimo. Lo más importante radica en reconocer su estado de ánimo y saber respetarlo.

EDUCANDO LA ATENCIÓN

On posem l’atenció hi posem la nostra vida.

 

Actualmente, vivimos sometidos a un exceso de información. Recibimos muchos más estímulos de los que nuestro cerebro puede procesar. Esta sobreestimulación provoca estrés, dispersión y dificultad para discernir con claridad lo importante de lo superfluo. Tiene una gran importancia aprender a controlar nuestra atención y enseñar, igualmente, al o a la adolescente a tener el dominio de la suya. La atención es como nuestra energía vital, por lo que donde ponemos la atención ponemos nuestra vida. Necesitamos poder focalizarnos en lo que es importante, ser conscientes de nosotros mismos, de lo que hacemos y de por qué lo hacemos.

 

 

POTENCIANDO UNA VIDA CON SENTIDO

 

 

 

Para conseguir que nuestros hijos y nuestras hijas se construyan un buen horizonte vital, los podemos ayudar si les ofrecemos un marco de referencia desde donde puedan edificar su identidad:

 

 

 

 

Tenemos que ser constructivos.
  • × Debemos ser constructivos: tenemos que poner el foco en lo que sí queremos que hagan en lugar de hacerlo en lo que no queremos. Es mucho más útil transmitirles lo que sí se espera de ellos y ellas y lo que deseamos para su vida.
Como a personas adultas, somos referentes, tanto por lo que decimos como por lo que hacemos.
  • × Como personas adultas, somos referentes, tanto por lo que decimos como por lo que hacemos. A veces, queremos que nuestros hijos se comporten ejemplarmente y en coherencia con los valores que consideramos importante transmitir. Lo que les pedimos debemos ser capaces de cumplirlo también nosotros.
Empatizar con el sufrimiento
  • × A menudo, la adolescencia va acompañada de confusión, estrés, angustia, rabia, tristeza, etc., sentimientos que en parte están provocados por los grandes cambios físicos, psicoemocionales y sociales que viven. La mejor manera de acompañar en esta etapa es empatizando con su sufrimiento, aunque como madres y padres no lo entendamos.
Para construirse tienen que poder hacerse cosas con sentido.
  • × Para construirse deben poder hacer cosas con sentido. Podemos animarlos a hablar de sus experiencias y explicarlas, a hacerse preguntas y reafirmarse a partir de su verdad, dando valor a sus opiniones y creencias. Que lo que hagan sea importante para ellas y ellos y para nosotros. Hay que ayudarlos a dar significado a todo lo que hacen.

CON CONTENCIÓN Y LÍMITES 

Educamos para que se conviertan en personas responsables, teniendo muy presente que la adolescencia es un camino vital de aprendizaje, en muchos casos a partir de la exploración y el traspaso de límites. La contención es necesaria en el acompañamiento de este proceso.

 

¿Qué es contener?
  • × Contener es explicar y mostrar los límites de lo que sí se puede hacer y lo que no se puede hacer. Con normas claras, coherentes y realistas, que no haya que repetir hasta la eternidad.
Hay que considerar nuestra autoridad como un valor.
  • × Hay que considerar nuestra autoridad como un valor. Es importante no confundirla con autoritarismo. El autoritarismo es rígido, dogmático, frío y tan solo persigue la obediencia no crítica. La autoridad es acompañar mostrando unos límites claros, siendo reflexivos y flexibles y abriendo espacios de diálogo constructivo que favorezcan la escucha de sus necesidades, con el objetivo de llegar a pactos y acuerdos. Asimismo, hay que supervisar sus acciones.
¿ Como utilizar los castigos?
  • × Si utilizamos el castigo para corregir alguna conducta, debemos hacerlo desde el principio de la proporcionalidad, ofreciendo una respuesta ajustada y en sintonía con la conducta que se ha transgredido.
Diferenciar entre aquello vital y los deseos
  • × Viviendo en una sociedad tan hiperactiva y estimulada, es muy fácil perder de vista objetivos y todo lo que realmente es importante. Hay que fomentar el autoconocimiento, la autonomía, la responsabilidad y la no dependencia. Y en este proceso, hay que ayudarlos a discernir y diferenciar entre lo que es una necesidad vital y lo que son simplemente deseos.

GESTIONANDO CONFLICTOS ASERTIVAMENTE

GESTIONANDO CONFLICTOS ASERTIVAMENTE

En la educación de la adolescencia, los conflictos son muy habituales. No obstante, se pueden vivir como una posibilidad de crecimiento para todas las personas implicadas.

 

«tú ganas, yo gano»
  • × La máxima «tú ganas, yo gano» es un buen punto de partida cuando hay voluntad de entendimiento. El proceso de negociación debe llevar implícita esta voluntad de llegar a acuerdos.
La posición de las madres y los padres debe ser clara.
  • × La posición de las madres y los padres debe ser clara. Hay límites que no pueden ser negociables, y tienen que ver con aquello que puede conllevar un riesgo para su salud.
La confianza
  • × Los adolescentes, como nosotros, necesitan sentir que se les tiene en cuenta, que sus opiniones son importantes. Con confianza, evitando suspicacias y juicios.
Superamos el miedo al conflicto
  • × Si vemos que solemos evitar el conflicto por temor a sus reacciones hay que detenerse y revisar los motivos por los que, como adultos, no podemos sostener su malestar. El miedo al conflicto, aunque es lícito, nos puede llevar a evitar la confrontación por no poder sostener su reacción.
No tenemos que permitir que la culpa empañe nuestro juicio.

× Algunas veces no podemos sostener que nuestros hijos e hijas estén anímicamente mal porque podemos asociarlo, por ejemplo, a la creencia de que es por nuestra culpa, que somos malos padres o que no los queremos lo suficiente. En estos casos, la culpa nos debilita, nos resta fuerza y nos puede hacer perder el puesto de responsabilidad como madres y padres. Podemos acabar cediendo en el conflicto o evitándolo por miedo a sentir esa culpa o por no querer sentir más este sentimiento desagradable. No debemos permitir que la culpa empañe nuestro juicio. Sin fisuras, madres y padres damos todo lo que está en nuestras manos: afecto, reconocimiento, contención, etc. Por lo tanto, no debemos dejar espacio a la exigencia pensando que habríamos podido hacer más.  

¿QUÉ SE ESPERA DE NOSOTROS?

9 sugerencias, que esperamos que te inspiren

 

 

 

01

Estamos presentes en su vida y le brindamos nuestra atención

El mejor regalo para nuestros hijos y nuestras hijas es darles nuestro tiempo, nuestra presencia y nuestra atención. El contacto visual les permite sentirse mirados, el contacto físico les permite sentirse presentes en su cuerpo y la escucha los hace sentirse importantes para alguien. A la vez, mirar, tocar y escuchar es también un regalo para nosotros.    

02

Acompañamos en el proceso de autoconstrucción

El objetivo de la adolescencia es construirse su identidad, un «yo ideal». Significa que el o la adolescente se pueda proyectar mentalmente en el futuro afirmando lo que querrá ser, considerando tanto su vocación/profesión y los valores sobre los que querrá edificar su vida como todo aquello que para él o ella sea importante. El sufrimiento (muy propio de la adolescencia) de ver que la vida no tiene mucho sentido se puede modelar creando un objetivo, una conquista, un reto…, hacia donde se pueda enfocar.  

03

Educamos para que sea él mismo o ella misma

«¿Qué quiero que sea mi hijo o hija?». El mejor legado que les podemos dejar es que vean que nosotros mismos llegamos a ser lo que queremos ser, evitando proyectar en ellas y ellos nuestras carencias y anhelos no alcanzados. Debemos fomentar el autoconocimiento, la autonomía, la responsabilidad y la no dependencia como camino para convertirse en personas libres y con capacidad de amarse y amar a los demás.  

04

Predicamos con el ejemplo: somos una referencia

Para el adolescente, la coherencia de los mensajes que recibe es muy importante. Tiene un filtro bien afinado para detectar las incongruencias o nuestra falta de integridad. Este cuestionamiento de la autoridad materna y paterna es psicológicamente necesario.

Debemos pedir a nuestros hijos e hijas lo que nosotros sí podemos hacer; esto nos permitirá ser coherentes.

El adolescente necesita referentes de quien copiar y de quien aprender conductas, actitudes, valores e incluso estilos de vida.

 

05

Favorecemos espacios de conversación y facilitamos la comunicación

Se pueden aprovechar temas de actualidad para generar conversaciones y favorecer que den su opinión. La pereza de reflexionar es una característica habitual en la adolescencia. Pero podemos ayudar mediante preguntas sobre temas que les interesen especialmente y, por lo tanto, que tengan que ver con sus vivencias y afinidades. No se trata de interrogar, tan solo de mostrar interés. De este modo, educaremos en el pensamiento crítico y reflexivo. Hay que evitar juzgarlos y juzgarlas. También sus amistades: con demasiada frecuencia las consideramos poco adecuadas y, cuando las cuestionamos, estamos cuestionando su identidad.

 

06

Le ponemos límites porque lo queremos

La tranquilidad para poder transitar por la vida con seguridad y sin miedo requiere que, como hijos o hijas, se sientan sostenidos y contenidos por sus progenitores. La contención implica poner límites a situaciones, actitudes, conductas, estados emocionales, etc. Sin límites se sufre mucho. Hay que practicar la escucha, la negociación y la resolución asertiva. El estilo educativo democrático implica control, exigencia y afecto.  

07

Evitamos su infantilización

La sobreprotección es el acto materno o paterno de intentar que los hijos e hijas no sufran evitándoles cualquier fracaso. Sin embargo, esta atención excesiva provoca graves déficits en su desarrollo, tales como la baja capacidad de frustración, que es esencial para poder alcanzar cualquier objetivo que se propongan.

El fracaso y el sufrimiento son inherentes a la vida y hay que experimentarlos para aprender a gestionarlos. Si se los evitamos, los infantilizamos y no pueden madurar.

 

08

Le enseñamos a construir relaciones sanas con los objetos

La búsqueda del placer es innata en el ser humano. Desde pequeños, crecemos atraídos por este impulso. No obstante, es necesario que aprendan a contener el deseo, aplazar el placer y sostener la incertidumbre. La frustración de un deseo inmediato por una recompensa posterior es una vía evolutiva hacia la madurez. Hay que evitar que hagan una sobrevaloración de los objetos de consumo. Pantallas y drogas son ejemplos de estos objetos. Aprender a contenerse y hacer un uso responsable de ellos les permitirá vivir sin dependencias.  

09

Confiamos con realismo

La desconfianza, el miedo y las fantasías negativistas son factores que entorpecen cualquier relación. El adolescente necesita que confiemos en él, que lo animemos y que le transmitamos esperanza en los momentos difíciles. Con realismo ajustamos nuestros mensajes de apoyo, animamos al adolescente ante las dificultades, le mostramos sus capacidades reales y lo acompañamos para que se focalice en objetivos asumibles. No es cierto que es capaz de hacerlo todo y tampoco es cierto que no puede hacer nada. El mejor amigo de la educación es el realismo.  

Y, para acabar agradecemos

 

 

 

 

 

Por más obvio que parezca, demasiado a menudo olvidamos el agradecimiento. El niño y el adolescente crecen gracias a la educación recibida. Pero, también, las madres y los padres crecemos con ellas y ellos. Son un espejo nítido para observarnos en nuestras conductas, actitudes y lenguaje.

Si somos capaces de abrazar este reflejo de la realidad, aparece la gratitud por todo lo que aprendemos con ellas y ellos. Y si les podemos expresar este sentimiento, veremos que se abren nuevas puertas.

DESCARGA

¿Queréis profundizar en la prevención familiar?

Podéis descargar la guía que hemos preparado en formato PDF a continuación:

 

LA ASESORIA

¿Necesitas un consejo, o bien la ayuda confidencial de un experto?

La Asesoria sobre drogas y pantallases un recurso especializado al orientar, asesorar y dar respuesta a las necesidades de información, prevención y atención en el municipio de Sant Cugat. Fruto de la situación actual de confinamiento por el COVID-19, ofrecemos orientación psicológica gratuita para aquellas personas que lo necesiten. La demanda de asesoría puede hacerse de forma telefónica(667 433 237) o vía correp electrónico a través del formulario de contacto. El recurso es de libre acceso y el horario de atención es los martes (de 10:00h a 14:00 y de 16:00h a 20:00h), y miércoles (de 16:00h a 20:00h).